Las personas
adultas mayores pueden necesitar ayuda en diversas actividades de la vida
diaria AVD. En el grado que puede alcanzar esta dependencia influyen muchos
aspectos, no sólo el deterioro de la salud. Como se ha expuesto anteriormente,
factores como el ambiente físico en el que vive la persona adulta mayor o las
actitudes y comportamientos de los familiares y otras personas cercanas ante el
deterioro de su salud, su incapacidad también tienen una gran incidencia sobre
el grado de autonomía e independencia que muestra.
Las personas
adultas mayores pueden aprender a ser más autónomas. Es frecuente que los
cuidadores crean que no podrán conseguir que la persona adultas mayor se
comporte de manera diferente. Si los cuidadores lo ven de este modo no parece
probable que promuevan una mayor autonomía de las personas adultas mayores.
Pero así
olvidan que una parte importante de lo que las personas adultas mayores hacen o
dejan de hacer tiene que ver con lo que sucede a su alrededor, es decir, con el
contexto.
En él se
incluye lo que ocurre antes de que se materialice un determinado comportamiento
(los antecedentes) y lo que pasa después (las consecuencias). El que una
conducta cambie, se aprenda o se repita en el futuro no sólo depende del estado
de salud. También está influido en gran medida por esos antecedentes y
consecuencias.
Los cuidadores
pueden utilizarlos para conseguir que la persona adulta mayor desarrolle
conductas nuevas o deje de lado otras que eran molestas. Por ejemplo, si los
cuidadores pretenden que la persona adulta mayor recupere las habilidades que
hasta no hace mucho le permitían vestirse sola, un buen método puede ser el
siguiente: Se le puede ayudar a elegir la ropa, dejarla dispuesta y ordenada,
recordarle qué bien se vistió el día anterior y que sabemos que puede hacerlo
sola. Éstos serían los antecedentes.
Como
consecuencias de la conducta de vestirse, una vez completado con cierta o total
autonomía, se puede destacar lo bien que lo ha hecho y comentar cómo nos
alegramos de verla tan bien, haciendo tantas cosas por sí misma. En ambos casos
se facilita que la persona adulta mayor sea más autónoma.
Sin embargo,
si se cree que no pueden cambiar, lo más probable es que no se intentará nada
parecido a lo anterior. El cuidador que no favorece la autonomía le vestirá
directamente si la persona adulta mayor se lo pide o si encuentra que tiene
dificultades. De este modo, no se comprueba si puede hacerlo sola, aunque sea
en parte, y se confirma esta creencia: “tengo que ayudarle, es que no puede y
no podrá”.
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