Todos los días a las cuatro de la
mañana, Felipe Espinosa se levanta y comienza su rutina. Después de prepararse
el desayuno, escuchar la radio y echarse una breve siesta, el oriundo de Puebla
se alista e inicia su recorrido a la universidad. Este podría ser el día a día
de cualquier estudiante universitario, pero él tiene 80 años de edad. Espinosa,
mejor conocido como Don Felipe, es un vendedor de chiles y café, y desde agosto
de 2016, también es un estudiante de Ingeniería en procesos y gestión
industrial en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap). La noticia
sobre su reciente inscripción ha sido publicada en varios medios locales y
retomadas en redes sociales.
En
entrevista telefónica para Verne, Espinosa asegura sentirse joven y con muchas
ganas de aprender. “Tengo 80 años, pero no me siento mal por empezar a estudiar
una carrera. Ahora se dio la oportunidad y la estoy aprovechando”, comenta.
“Estudiar no es una cosa solo para jóvenes, porque solo se vive una sola vez y
hay que aprovechar. Aprender es un don que Dios nos dio y yo soy muy afortunado
de poder hacer esto”.
El Doctor
César Antonio Argüello es profesor de Espinosa desde el primer semestre y
asegura que es un alumno ejemplar. “Es una persona sumamente responsable que
llega a tiempo siempre”, dice vía telefónica. “En las clases toma nota de todos
los temas que abordamos, siempre busca participar y retroalimentar a los demás
con su experiencia en la industria que no es poca y es muy valiosa”.
No hay duda
de su larga experiencia laboral. Antes de estudiar y vender chiles y café,
el octogenario trabajó en empresas de autobuses como conductor y administrador.
También laboró en compañías de manufactura de telas y tuberías y tiene
conocimientos sobre agricultura. “Cuando la gente escucha que estudio y trabajo
se sorprenden y me ven raro, supongo que es por los años que tengo”, dice
Espinosa. “Lo cierto es que yo trabajé mucho desde chico. Además Vivo solo
desde hace 16 años, pues mi esposa ya falleció y mis hijos ya tienen sus vidas.
Yo trabajo y me hago cargo de mi vida y no tengo ningún problema”.
Don Felipe
es muy conocido en el campus de la Buap y son sus compañeros de grupo, cuyas
edades oscilan entre los 18 y los 22 años, los que buscan trabajar con él. Cada
vez que esto sucede, Espinosa se emociona: “Estudiar y convivir con jóvenes es
un bálsamo en el corazón. Estoy aprendiendo mucho de ellos. Muchas cosas que
nunca imaginé”, señala.
Don Felipe y
sus compañeros de clases. Fotografía cortesía de la Buap.
Para el
maestro Sergio Ponce de León, coordinador de la Ingeniería en procesos y
gestión industrial, desde el ingreso de Espinosa tanto los empleados de la
Universidad como los alumnos y Don Felipe se han ido adaptando. “Los alumnos
más grandes que habíamos tenido tenían entre 30 o 35 de edad”, indica a Verne en
entrevista telefónica. “No sabíamos qué nos esperaba, por su edad. Incluso yo
pedí que sus aulas fueran en planta baja, pero Don Felipe tiene una energía que
dobla a los demás. Sube y baja escaleras cuando quiere”.
Del lado de Espinosa, los retos tienen que
ver con las herramientas tecnológicas que se utilizan. “Hemos tenido que hacer
énfasis en el uso del correo electrónico, la plataforma de la universidad que
es Blackboard y Whatsapp”,
dice Ponce de León. “Todavía le cuesta entender cómo en un solo grupo le pueden
llegar mensajes de todos y cosas por el estilo. Aun así él está fascinado y
poco a poco está rompiendo esa curva de aprendizaje”.
Hasta el
momento, Espinosa asegura que no se le ha dificultado ninguna asignatura y que
entiende a la perfección lo que le dicen los maestros: “Yo también me
sorprendo, pero la cosa es que aunque estoy grande veo bien y oigo bien”, explica.
Don Felipe pretende acabar la carrera en cuatro años y medio, pero dice que
Dios es el que tiene la última palabra: “Si él dice aquí nomás, pues qué le voy
a decir. Mientras eso pasa, yo me dedicaré a pensar en el hoy y en seguir
adelante, porque lo pasado, pasado”.
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