jueves, 20 de abril de 2017

Activación II

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La actividad física da resultados en un abrir y cerrar de ojos. Comenzando porque durante el ejercicio se liberan en el cerebro las hormonas llamadas endorfinas, también conocidas como las hormonas del “sentirse bien”, las cuales ayudan al cuerpo a responder positivamente ante el estrés, mejorando considerablemente el humor.


Los beneficios que se obtienen más rápidamente

  • Contribuye a una sensación de bienestar general, aumenta la ilusión de vivir, la alegría y el optimismo.
  •  Mejora la imagen de sí mismo@.
  • Reduce tensiones, estrés y ansiedad, por lo tanto, mejora el estado de ánimo y disminuye la apatía.
  • Promueve y facilita la relación con otras personas.


Lento pero seguros

  • Evita la pérdida de la masa muscular y la descalcificación de los huesos, que ocurre con la edad.
  •  Mantiene y se recupera la flexibilidad de las articulaciones.
  • Mejora la elasticidad, la fuerza, la agilidad, los reflejos, el equilibrio, y la coordinación.
  • Ayuda a la movilidad de las articulaciones.
  • Ayuda a reducir la prevalencia de discapacidad asociada a caídas, dolor de la cintura, osteoporosis y artritis (sobre todo, cuando el ejercicio está dirigido para mejorar la fuerza y la flexibilidad).
  • Fortalece el sistema circulatorio.
  • Ayuda a controlar la gordura, la diabetes, y el colesterol.
  • Aumenta la capacidad vital del aparato respiratorio con mejoría en la ventilación y, por lo tanto, el aporte de oxígeno y la eliminación de bióxido de carbono.
  • Mejora la circulación, pues el corazón optimizará su bombeo de sangre.
  • Aporta beneficios espectaculares en el sistema nervioso, ya que aumenta la respuesta de los transmisores de las neuronas y mejora los sentidos: vista, oído y tacto.
  • Mejora el sueño y los tiempos de reposo, por lo que se reduce la necesidad de tomar medicamentos para dormir.
  • Mejora los estados depresivos, incrementa el apetito y reduce el estreñimiento.
  • Agiliza la memoria, la concentración y la atención.
  • Disminuye el insomnio y la tensión nerviosa.
  • En general, reduce los costos de la atención médica, porque aumenta la resistencia a las enfermedades, como presión alta.
  • Ayuda a mantener una vida más independiente.


Las actividades físicas que más se recomiendan a las personas adultas mayores son: caminar, correr, trotar, andar en bicicleta en lugares seguros, o bicicleta fija; ejercicios aeróbicos de bajo impacto: cualquier tipo de baile, gimnasia, Yoga, Tai-chi, cachibol, entre otros.

Antes de comenzar a hacer cualquier ejercicio es importante consultar a un médico, sobre todo si padece de presión alta, asma, bronquitis crónica, del corazón, dolores articulares, artritis o dolor de espalda, gordura excesiva y diabetes no controlada.

En el caso de las personas adultas mayores que están en tratamiento para adelgazar bajo vigilancia médica, se garantiza que la combinación de la dieta y el ejercicio tiene muchos factores positivos, uno de ellos es que tiene un efecto protector frente al desarrollo de enfermedades crónicas como las del corazón.

Los ejercicios deben ser relajadores y agradables. Se deben comenzar poco a poco y aumentar gradualmente. Hacer un calentamiento previo, utilizar ropa y zapatos cómodos y con suela antiderrapante, de algodón si se puede. Deben hacerse seguido, de ser posible diario, o mínimo 4 días a la semana, con una duración de 20 a 30 minutos. Hacerlo en grupo es más divertido, es un excelente pretexto para reunirse con amigos, compañeros y vecinos, además de que genera mayor compromiso.

Caminar es el mejor ejercicio

El cuerpo humano está diseñado para eso, además de que esta actividad no requiere de equipo o instalaciones especiales. De caminar se puede pasar a correr.

El ejercicio de bajo impacto como caminar no tensa las coyunturas y los ligamentos y sí proporciona excelentes beneficios para la salud.

Camine con pasos largos y firmes, tenga la cabeza erguida, la espalda derecha y el estómago plano. Balancee sus brazos estirados pero relajados a los lados de su cuerpo y al ritmo de la marcha.

Comience una rutina de caminata diaria de 15 minutos. Inicie caminando con lentitud para calentar durante 5 minutos, luego 5 minutos más rápido. Enfríe caminando más lentamente unos cinco minutos y de preferencia hágalo en piso suave: arcilla, pasto o tierra.

Es importante escuchar al cuerpo. Si se siente muy agitado baje el ritmo pero no se detenga bruscamente, sólo hágalo si siente jadeo excesivo y palpitaciones, o siente náuseas o imposibilidad para recobrar su respiración normal durante varios minutos, (asegúrese de no caerse, siéntese, pero no se acueste; si tiene oportunidad, recárguese en una pared o un árbol y pida ayuda).

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Una Alternativa Laboral-
Informes:
institutovejezyenvejecimiento@gmail.com

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jepadilla56@gmail.com 


Elizeth Altamirano López 04455 2728 2630 psicorock@hotmail.com


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