Además de la
oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos, la jubilación nos brinda la
posibilidad de reencontrarnos con aquellas personas a las que, por causa del
trabajo, habíamos desatendido e incluso alejado (física o emocionalmente) de
nosotros. El cese de la actividad laboral nos va a permitir volver a dedicar
nuestra atención a familiares y amigos a los que estimamos y queremos y volver
a “encontrarnos” con ellos con el tiempo y la serenidad que tal vez hasta ahora
no teníamos.
La
jubilación nos permite mejorar nuestra red de relaciones en cantidad, porque
tenemos más tiempo para dedicar a otras personas, pero también en calidad,
porque la concentración que exigían las tareas laborales y el agotamiento que
producía han desaparecido. Ahora podemos estar de verdad con otros miembros de
nuestra familia, cuadrilla o grupo de amigos, escucharles, ofrecernos a ellos,
darles y recibir su afecto, compartir experiencias y alegrías... y todo ello
sin tantas limitaciones como en el pasado.
Se ha dicho
que dos de las cosas que más directamente inciden en que las personas se
sientan felices son: estar activos y compartir el tiempo con personas amigas
con las que mantenemos una auténtica comunicación. Sin embargo no todos hemos
podido dedicar tanto tiempo como hubiéramos deseado a estar con nuestros
familiares y amigos y, a menudo, nuestra relación con ellos se ha enfriado, la comunicación
no es sincera y por ello nos hemos distanciado y nos mantenemos en un nivel de
superficialidad que no nos hace sentirnos plenamente felices.
Ahora que al
jubilarnos tenemos más tiempo estamos en el momento adecuado. No olvidemos que
la amistad sincera es como una planta que requiere cuidados diarios. Si no se
riega a menudo se irá secando y perdiendo hojas. Si, cuando esto sucede, no nos
apresuramos a regarla y fertilizar la tierra, seguirá secándose y las hojas
empezarán a caer. Si al verla tan débil y menos bonita que de costumbre dejamos
definitivamente de preocuparnos por nuestra planta, evidentemente morirá y lo
que es peor de todo, si no tenemos otras plantas, al cabo de poco tiempo, hasta
habremos olvidado cómo se cuidan. Podríamos decir que, si queremos que nuestras
plantas se mantengan bonitas y sanas (y llegar a tener un grupo de personas
importantes para nosotros con las que compartir nuestra vida, nuestras
inquietudes, alegrías, tristezas y dificultades cuando nos jubilamos), será necesario
que nos gusten las plantas y nos pongamos manos a la obra. Para ello tal vez
debamos aprender de nuevo a coger la regadera y el abono o, lo que en este caso
es lo mismo, mejorar un poco nuestras habilidades para la comunicación con
otras personas.
El
reencuentro tras la jubilación es especialmente importante en el ámbito de la
familia y puede revestir cierta complejidad. Las características de la familia
han cambiado mucho a lo largo de la historia en cuanto a su composición y
tamaño pero siempre ha existido un elemento común que es el sentimiento de
intimidad que sentimos con los miembros de nuestra familia.
La familia
suele ser nuestro primer entorno social pero es innegable que existen grandes
diferencias en cuanto a su significación para el sujeto. Hay familias más
unidas y protectoras y otras que incluso pueden llegar a ser un tanto amenazadoras
para sus miembros.
Los lazos y
afectos que comparten los miembros de cada familia son diversos y, según sus
características, la jubilación de uno de sus componentes puede tener un impacto
más o menos fuerte sobre ella. También será diferente la capacidad de apoyo de
la familia a la persona que se jubila y su adaptación a los cambios.
Psic. Elizeth Altamirano López
Ced. Prof. 3890475
Contáctanos al: 04455-27282630
e-mail: psicorock@hotmail.com
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