Uno de los sucesos
importantes en la vida de una persona adulta y sobre el que se toman una serie de
decisiones es la jubilación. En su origen la palabra significa júbilo o alegría,
pero en muchos casos el jubilarse no provoca esa emoción, ya que, en algunas personas,
surgen sentimientos negativos asociados a la vejez, la inutilidad o la muerte, además
de una importante disminución de sus ingresos.
Hace cientos
de años la jubilación no existía, se trabajaba toda la vida hasta que la muerte
llegaba, es decir, que aun siendo adulto mayor se continuaba desarrollando actividades
laborales productivas para la familia y la sociedad. Incluso en algunas comunidades
rurales e indígenas de México todavía se continúa trabajando toda la vida.
A partir de la
revolución industrial, la sociedad moderna establece legalmente el retiro de la
actividad laboral del trabajador después de ciertos años de antigüedad en el empleo,
por lo que debe recibir una compensación económica que el Estado, el IMSS, el ISSTE
o las compañías están obligados a pagarle porque el empleado realizó durante todos
los años de su vida laboral una aportación para el retiro o para su jubilación.
Esta ganancia
económica legal y social en México fue una conquista obtenida por los sindicatos
y está contemplada en la ley federal del trabajo, documento que expone y regula
los derechos laborales en el país.
Normalmente en
México la mujer se puede jubilar a partir de los 60 años y el hombre a partir de
los 65 años, pero en algunos casos una persona se puede jubilar a menor edad por
diversos motivos o causas de tipo legal o de salud.
Jubilación literalmente
significa dejar de trabajar. El término de la vida laboral y productiva y el paso
a ser un pensionado o jubilado no es sencillo, pues, en muchos casos, la situación
está directamente relacionada al aislamiento social, a la vejez, inactividad, pasividad,
inseguridad, miedos, sentimientos de improductividad, pérdida de ingresos y de reconocimiento
social, así como del sentido de la vida, pues el jubilarse significa ingresar a
la etapa de adulto mayor o viejo lo que normalmente conlleva cambios y duelos por
todo lo que se pierde, y se junta con una situación de crisis personal, familiar
y social que puede incluso afectar su salud física y emocional.
Hay personas
que después de jubilarse se enferman, se deprimen y al poco tiempo mueren. Estas
afectaciones a la salud física y emocional se conocen como el síndrome de la jubilación.
Cuando se ha
tenido una vida consagrada al trabajo pasar, de un día a otro, a ser una persona
jubilada sin ocupación es una modificación muy grande y compleja que influye en
la mente, los sentimientos y el ser total de la persona.
Está demostrado
que la calidad de vida como jubilado depende mucho de todo lo que se haya realizado
antes, es decir, de cómo se haya preparado para los cambios, desempeñar nuevos roles,
ocupar nuevos lugares en la vida o reestructurar el tiempo y las actividades. Ello
dependerá del cómo y cuánto la persona se ha preparado antes de jubilarse y ha elaborado
un nuevo proyecto de vida. Para que éste sea un cambio armonioso la persona debe
prepararse con tiempo antes de jubilarse, pues debe tomar una serie de decisiones
personales, económicas, de estilo de vida, familiar y social, con el fin de poder
elaborar un plan de vida para esta nueva etapa que inicia. La vida continúa y se
debe seguir adelante, sólo que ahora la situación ha cambiado: el ser jubilado,
producirá un cambio de vida muy importante para la persona y su familia.
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